Black like your soul
I rather die
Than give you control
Tarde, muy tarde para ponerme a haceros una crónica de este gran álbum. Tampoco es lo que pretendo. Esta mañana he estado escuchándolo en el tren y ha habido retazos de las letras que me han encantado, hecho sonreír y quería compartirlos con vosotros.
Por si no los conocéis, Sidonie son un trío de Barcelona que siempre han escrito sus letras en inglés. Ha sido en su último álbum cuando han mostrado su vena poética escribiendo en castellano. Pop eléctrico, a veces gamberro, otras veces dulce y tierno, pero siempre exquisito y muy cuidado. Usan claras reminiscencias a los Doors con teclados y guitarras psicodélicos y melancolía disfrazada.
Sin más, os dejo aquí algunas de las lindezas de las que os hablaba.
"Esperaré la primera luz del sueño al nacer.
La envolveré y te haré un regalo."
"Si tu papá no te comprase el coche,
te irás de casa esta misma noche.
Lo piensas mejor, en la calle no hay tele
y hoy dan Sexo en Nueva York."
"Hay restos de mí en tu almohada,
migajas de recuerdos en tus ojos.
Deslizándose por la escarcha,
noches, días y diamantes rotos."
"Las luces de la ciudad brillarán
si atrapas miradas.
Hay besos que cuelgan de tu pared
mientras todo avanza."
Que gran acierto haber escrito el disco en castellano!! Ahora podemos enterarnos mejor de sus letras sin tener que estar demasiado pendientes de la voz perdiéndonos los geniales ritmos!!
La estancia es oscura, tranquila y agradable. Cuatro altas paredes cubiertas por enormes librerías de oscura madera dan forma a una espaciosa habitación renacentista en cuyo centro, un precioso piano de cola negro descansa con la banqueta aún caliente.
La única luz perceptible de la habitación entra por una puerta de cristal de doble batiente que da a un pequeño balcón. Fuera, atardece en Londres y el único sonido que llega es el del crujir del hielo bajo las botas de un solitario paseante. En un rincón de la biblioteca, un cómodo butacón de piel gastada e irreconocible color y un pequeño foco de pie, destacan entre la inmensidad de libros de las estanterías.
Sentado en el butacón, un joven se enciende un Pall Mall y enciende el foco. Sostiene sobre sus rodillas un manuscrito en cuya primera página se lee “Simplicity – A musical by Suedre”. Da una calada, aspira, mira el manuscrito y exhala el humo con una leve sonrisa en su rostro. Es la sonrisa de la victoria.
Ánimo Suedre. Se que pronto lo vivirás. Toda victoria empieza como un sueño.
Instrucciones del Juego de Bito
El sacrificio de la marioneta Dudo
Dudo era una marioneta que vivía en la tercera estanteria de la habitación de María. Madera de fresno y pinturas acrílicas daban vida a un pallaso de cara feliz con divertidos ropajes multicolores. Pero a pesar de que en su cara estaba grabada una amplia sonrisa, su corazón estaba sumido en la más absoluta y oscura tristeza.
Dudo había sido durante muchos años el juguete más popular de las estanterías de María. Al principio vivía en la primera, junto a los pocos juguetitos que tenían el privilegio de convivir en la estantería más accesible para María. Al ser muy pequeña no llegaba más allá de la segunda si se ponía de puntitas, con lo que sus juguetes preferidos siempre estaban en las más bajas. Pero además, Dudo era el juguete con el que más tiempo pasaba María.
Con el paso de los años, Dudo pasó de ser el mejor amigo de María a ser un trozo de madera. Desde lo más alto de la librería vio crecer a su amada amiga y fue confidente presencial de todos sus secretos: sus primeras llamadas telefónicas a sus amigas, sus primeras llamadas telefónicas a sus amigos, sus escondites de los paquetes de tabaco, sus primeros suspiros bajo las sabanas en noches de soledad, sus primeros suspiros bajo las sabanas en noches de compañía...
Finalmente, una tarde, María lo toco por primera vez. Una inmensa alegría invadió a Dudo que recuperaba esa sensación de ingravidez y se sintió querido de nuevo. Pero María lo dejó sobre la cama mientras cogía un par de libros del escritorio y los colocaba en el sitio que había ocupado los últimos años. Dudo había sido sacrificado por dos libros de psicología. Con lágrimas de resina en los ojos, para Dudo se hizo la oscuridad.
No fue hasta pasados unos días hasta que Dudo volvió a ver la luz. Era un sitio caluroso, lleno de arena y un niño negrito lo miraba con cara de fascinación. Comprendió entonces que iba a volver a ser feliz haciendo reir de nuevo a un niño.